Mini-guía fácil a una temática compleja.
Hasta el 29 de febrero la Fundación Caja de Ahorro de Jesi acogerá en las salas de la planta baja de Palazzo Bisaccioni una pequeña pero importante exposición titulada “La herida: entre humano y divino. Arte antigua y contemporánea en comparación. Desde Francesco da Rimini hasta Lucio Fontana”. Como indicado en el título central es justo la herida, desde siempre símbolo de sufrimiento y dolor, símbolo de la limitación humana, pero también puerta hacia un más allá. Podría ser un concepto difícil, y el gran riesgo de esta exposición es justo el de no lograr aprovechar de la sutil relación lógica que conecta las obras presentes, pocas (son 15 más o menos) pero esenciales. Nosotros la visitamos un domingo por la tarde, a lo mejor un poco de prisa y sin reservar una visita guiada, que nos ayudaría a dedicar el tiempo necesario a la reflexión y entonces a la comprensión. ¡Ésto es justo lo que os aconsejamos no hacer! El riesgo que corre la exposición no es indiferente, la misma curadora Sara Tassi ha señalado como juntar arte antigua, realizada con finalidades teológicas, espirituales y litúrgicas y arte moderna, muy lejana de estos objetivos, fue un desafío. En este artículo ententaremos entonces daros una clave interpretativa, que podría ayudaros a llegar preparados a lo que veréis.
Las obras en exposición de ejemplos de la Edad Media de Umbria y Marcas: un Cristo depuesto de la primera mitad del siglo XIII conservado en el Museo Diocesano de Jesi; un Rostro de Cristo de Giuliano da Rimini, de 1320 y que viene desde el Museo de la Ciudad de Rimini; una Crucifixión, Virgen Anunciada de Franesco da Rimini, de la primera mitad del siglo XIV, que viene de la Galería Nacional de las Marcas en Urbino.
También para el Renacimiento de Umbria y Marcas las obras de ejemplo están todas conectadas al ámbito religioso: un Cristo muerto en el sarcófago sostenido por dos ángeles de 1487 conservado en los Museo Cívicos de Palazzo Pianetti de Jesi y una Crucifixión del siglo XV, que viene desde el Museo Piersanti de Matelica. Ésto porque en el Renacimiento, pero sobre todo en la Edad Media y podríamos decir hasta la contemporaneidad, la herida es inevitablemente conectada al sufrimiento de Cristo y se convierte en un emblema de la fragilidad del cuerpo humano y de la limitación del hombre, pero al mismo tiempo representa la frontera entre lo humano y lo divino, el medio para la resurrección del alma: la herida en este sentido es lo que separa el mundo del sufrimiento del mundo de la beatitud. Una introducción puramente religiosa a un tema que representa un arquetipo de la cultura occidental, siendo desde siempre el paradigma por excelencia de la filosofía cristiana.
En época contemporánea sin embargo, la herida parece haber perdido la fuerte connotación religiosa que tenía en el Cristianismo y las obras de la segunda parte del siglo XX introducen una perspectiva puramente laica, que sin embargo guarda algunos elementos de contacto con la religiosa.
Para este “segundo período” hay obras de algunos importantes artistas italianos: de Lucio Fontana son los dos conceptos espaciales-espera, uno de 1960 y otro de 1964. El artista, fundador del movimiento espacialista y famoso en todo el mundo para las series de Cortes y Agujeros, representó a la época escándalo y provocación: estos lienzos monocromáticos cortados en vertical o en diagonal suscitaron discusiones por la facilidad con la que es posible replicarlos y a lo mejor hoy también son difíciles de entender. Sin embargo el concepto y la preparación que están detrás el gesto del corte son únicos. El de Lucio Fontana no era simplemente un corte hecho al azar, sino un solo gesto rápido, instintivo pero meditado, raro, rico de significados que casi se convertía en una danza. Su seguridad en cortar el lienzo era incomparable y distinguía sus obras de todas las imitaciones que se hicieron en los años. Pero, ¿qué representa un corte? El corte es mucho más de lo que vemos: el corte de Fontana es el gesto que abre la luz a lo oscuridad y la oscuridad a la luz, es la frontera, la puerta a través de la que las emociones se intercambian, es una metáfora visual de lo inconsciente, es una herida, una brecha que permite acceder a todo lo que se encuentra más allá del lienzo y que todavía es inexplorado. Volvemos a encontrar aquí la idea de la herida como puerta, puente entre lo que es visible y lo que es invisible.
Las obras de Alberto Burri en la exposición son dos: una Composición de 1954, bolsa, combustión, óleo sobre lienzo traído a cartón, y el Nero Cellotex de 1968, acri vinílico sobre cellotex. La descripción que se da de estas obras es la siguiente: “La pobreza de los materiales utilizados contiene dignidad de significado y la elección de la técnica representa una catártica reformulación del dolor que trabajado, quemado, fundido, cosido, montado, re-moldeado, dona a la materia una nueva imagen”. En este caso también para entender mejor serviría a lo mejor conocer al artista y el concepto que se esconde detrás de sus obras. La investigación artística de Burri se extendió desde la pintura hasta la escultura quedando como única finalidad la investigación sobre las calidades expresivas de la materia. Éso l permite ocupar de pleno derecho un lugar destacado en esta tendencia que fue definida “informal” caracterizada por el rechazo de cualquier forma (en la que se include también el espacialismo de Fontana), sobre todo la corriente de la pintura matérica, hecha con masas particulares o arrimando materiales heterogéneos. En particular Burri para sus obras elige materiales pobres, come maderas quemadas, viejas bolsas de yute, chapas y plástica, que son contados, quemados y remoldeados para convertirse en algo diferente, para convertirse en Arte. En este sentido podríamos leer otra continuidad con la concepción religiosa del tema: la herida y el sufrimiento se convierten en el medio para el ennoblecimiento del hombre, que desde pobre y material se hace bendito y eterno.
La útima artista presente en la exposición es Maria Lai con tres obras: Libroobjeto de 1978, Páginas cosidas de 1981 y Sintítulo de 1987. También esta artista presenta la herida como un objeto de recostura, para crear nuevas armonías. El gesto de tejer representa el centro de la poética artística de la artista de Cerdeña, considerada una de las figuras más significativas del arte contemporánea. Su obra más famosa fue Atarse a la montaña, realizada en 1981 en Ulassai, el pueblo donde nació y donde después de un estímulo de una leyenda local, puso una cinta azul de más de diez quilómetros que envolvió casas y montes y ató todo el pueblo y el paisaje circundante. El significado profundo que conecta sus obras es justo el de atar, coser, reparar las relaciones entre las personas y entre las personas y el territorio. La gran herida de la modernidad es la incomunicabilidad, el egoísmo, el cierre y la manera que la artista encuentra para curar esta grieta toda moderna es una tradición milenaria: el hilo, un hilo que acerca y une dos trozos separados, un hilo que repara una laceración, un hilo que crea, una tradición segura, perpetua.
La exposición, curada por Andrea Dall’Asta y Sara Tassi es abierta desde lunes hasta domingo desde las 9:00 hasta las 13:30 y de las 15:30 hasta las 19:30, la entrada es libre y las visitas guiadas son gratuitas sobre reservación, a través de los siguientes contactos: teléfono: 0731207523 – email: info@fondazionecrj.it. Si la creación de una exposición sobre un tema tan complejo fue declarada un gran reto, nosotros esperamos que con estas claves interpretativas será una victoria.