Una mañana cualquiera de fin de agosto, una etapa casi casual que nos ha sorprendido con algunas cositas que de verdad no nos esperábamos de una localidad tan pequeña sumergida en las montañas. Os hablaremos de nuestro primer impacto con Cagli, una aldea que tiene mucho que contar.
Cagli es un pueblo de la provincia de Pesaro Urbino. Con más de 8.000 habitantes es el tercer municipio más amplio de las Marcas, después de Fabriano y Urbino.
Llegamos a Cagli más por casualidad que por voluntad, ya que nuestro fin principal era la Carbonara del Poggio (de la que os contaremos más allá), pero la pequeña vuelta que dimos por el centro histórico nos sorprendió gratamente. Era la hora del almuerzo de un día laborable de finales de verano y las pequeñas calles que llevan a la plaza principal estaban casi desiertas, y por eso pensamos que nuestra vuelta no iría a durar mucho. Sin embargo en cuanto vislumbramos la plaza vimos a mucha más gente de la que habíamos imaginado.
Tengo que admitir que llegando casi por casualidad no nos habíamos preparado para nada, pero lo que vimos nos sorprendió muchísimo. Después de admirar la plaza seguimos hacia la que nos parecía la calle principal; pasamos delante del museo arqueológico, pero como ya era tarde decidimos no entrar. Paseando nos cruzamos con muchos carteles con imágenes muy bonitas del teatro de Cagli, restaurado hacía algunos años, y nos preguntamos si era posible visitarlo. De repente lo encontramos delante de nosostros, muy precioso y con la puerta abierta, entonces entramos. La entrada costaba pocos euros, así que decidimos entrar y una guía nos acompañó a dar la vuelta de todo el teatro, en los vestidores, detrás del escenario y hasta debajo de éste. Nos contó que hoy en día el teatro acoge aún una cartelera respetable y que todavía un buen público acude a los espectáculos. A nosotros nos encantó la hermosura de las decoraciones de la sala, la amabilidad y el conjunto de colores y formas que acarician el corazón, de verdad una sala muy bonita, como pocas.
Después de la visita del teatro, muy hambrientos, volvimos hacia nuestro coche. Sin embargo al lado de la plaza destaca la imponente torre de la concatedral de Cagli y ya que no se puede decir haber visto un pueblo sin haber visitado ninguna iglesia, entramos aquí también y aplazamos de algunos minutos nuestra cita con la carbonara. Aquí también quedamos agradablemente sorprendidos, una iglesia de tres naves, con columnas macizas pero elegantes, de un blanco integral, con algunos yesos y pocas y sencillas decoraciones. Un conjunto limpio y bastante luminoso, un ejemplo de estilo románico un poco atípico. Sin embargo sólo después aprendimos que donde hoy se encuentra la semicúpula con unas ventanas, de las que entra gran parte de la luz que inunda las naves, antes, en 1781, se encontraba la cúpula original en piedra, derrumbada a causa del terremoto, con lo cual la iglesia en orígen tenía que ser mucho más oscura.
Nos contentamos con sacar algunas fotos, ya que el estómago estaba hambriento y nos impedía profundizar la historia de la hermosísima catedral. Me prometí a mí misma escribir otro articúlo en el que os contaría mejor la historia del pueblo de Cagli y de sus edificios más interesantes, tal vez acompañado por una visita para sacar algunas fotos más.
Sin embargo ahora llega la parte interesante del día: ¡la Carbonara del Poggio! La carbonara es sin duda uno de mis platos favoritos. Existen diferentes “pensamientos” sobre la carbonara: diferentes recetas y muchísimas variantes…sin embargo la del Poggio es seguramente una de las versiones más ricas que he comido en mi vida. Aparte de la riqueza de la carta, que ofrece muchos demás primeros y segundos platos y también unas pizzas, nosotros nos metimos inmediatamente a leer la carta de la carbonara. La proponen en diferentes variantes, entre las que se encuentran la vegana y la con la trufa; y en diferentes tamaños: se puede elegir entre una carbonara normal (N), L o XL. Yo opté por la clásica, mientras que Andrea escogió la con hongos y trufa. Ya el tamaño N son 150g de pasta, ¡y hay que considerar que con el aderezo el peso triplica! Por eso el restaurante ha ganado un premio para la mejor carbonara, ya que con un kilo de pasta salen tres kilos de carbonara! El Poggio desafía también los estómagos más entrenados, ¡os desconsejamos pedir también un segundo!
Esperamos que nuestro artículo os haya gustado y haya sido útil, para cualquier curiosidad podéis dejar un comentario aquí abajo. ¡Hasta pronto con un nuevo artículo!