La leyenda de la Sibilla Appenninica

Como prometido, en este artículo os contaremos la historia de la Sibilla que vive entre las montañas del Appenino y que da el nombre a los Monti Sibillini y al Monte Sibilla (que acabamos de escalar, como os contaremos en este artículo).

Antes que todo, la presentamos: nuestra Sibilla es diferente de las demás. Las sibilas cristianas son profetisas de la palabra de Dios, sus mensajes proféticos, aunque sean difíciles de entender, son dictados por la epifanía del Señor. Ellas entonces son personajes positivos, a veces están también representadas cerca de la Virgen, sobre todo a mitad de 1400, cuando viven un período de suerte.

La Sibila Appenninica en vez es una hada (y con esta palabra se entiende una mujer que conquista y secuestra al hombre que desea con hechizos y engaños), una mujer muy guapa que vive una vida de lujuria y pecado en su palacio subterráneo, donde hay espacio por cada vicio y donde no llega la vejez. Claramente, esto hasta la noche de los tiempos, en la que Dios la juzgará como un ser demoníaco y la mandará al infierno. Sin embargo, como la noche de los tiempos no ha llegado y no se sabe cuando llegará, ella se divierte y eso atrae a muchos caballeros que, una vez que llegan a sua cueva pueden elegir si quedarse a vivir con ella o resistir a la tentación del pecado y volver a la vida cotidiana.

Esta es la imágen que nos ha llegato desde las dos novelas de 1400 que cuentan los viajes de los caballeros en busca de la cueva de la Sibila en los Appenini: el Guerrin Meschino de Andrea da Barberino y el Paradis de la Reine Sibylle de Antoine de la Sale. Claramente, el personaje que surge es el caballero cristiano que tiene que resistir al pecado y a la tentación, un argumento típico de las novelas de caballería que tenían mucha suerte en aquel período en Italia (el Orlando furioso de Tasso fue publicado en 1516, mientras que el Orlando Innamorato de Boiardo ed de 1483, en 1473 el Guerrin Meschino fue publicado a estampa por primera vez).

Nuestra diabólica Sibilla, afortunadamente, tuvo períodos también más afortunados en su historia. Cuando la brujería pasa de moda (por fín) y las mujeres pueden suspirar de alivio, la Sibila-bruja no desaparece, ya que es demasiado liada al terrítorio: las personas que viven a la sombra del monte, de hecho, han tejido sus vidas de estos cuentos de fantasía y no pueden olvidarse tan simplemente de la bruja de la montaña. Su figura se funde con la de la hada de los bosques, amiga de los pastores y protectora del equilibrio de la zona. Junto con sus hadas, que bajan por la noche desde las montañs para jugar con los animales y enseñar la danza a los pastores, la Sibila se convierte en una imágen positiva de las montañas y el miedo de lo sobrenatural se funde con su nueva y tranquilizadora fama de buena.

Hoy el acceso a la Cueva de las Hadas en el Monte Sibila se ha desmoronado, pero su presencia fue testimoniada por las lecturas hechas con el georadar. Las historias de la Sibila se tramandan principalmente por vía oral y no existen fuentes científicas que recuelgan los testimonios sobre este argumento. Sin embargo, si os interesa, podéis visitar el sito y las redes sociales de la divertídisima Tea Fonzi (www.teafonzi.it), una divulgadore italana pasionada de Sibilas.

¡Hasta pronto con nuevos cuentos de las Marcas!

Giulia.

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